viernes, 29 de enero de 2021
El plan piloto para elevar rendimientos y mejorar la sanidad del maíz blanco en Tamaulipas, desarrollado en el ciclo otoño-invierno 2019-2020, resultó exitoso, al haber propiciado mayores rendimientos, menores costos, aumento significativo de utilidad para el productor, nutrición de los suelos y cosechas más saludables, así como el haber puesto allí las simientes para el tránsito de la agricultura hacia práctica sustentables, respetuosas del medio ambiente y los recursos naturales.
El plan piloto involucró a más de 530 productores de maíz blanco de seis municipios del centro-norte de Tamaulipas, Abasolo, Gustavo Díaz Ordaz, Camargo, Miguel Alemán, Reynosa y Valle Hermoso, quienes presentaban una problemática común: bajos rendimientos, altos costos y problemas de comercialización por presencia de aflatoxinas (micotoxinas producidas por hongos en cultivos como el maíz, entre otros, en condiciones de altas temperaturas o humedad).
Víctor Suárez Carrera, subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
La incorporación en este plan piloto del sistema Agricultura Campesina de Conocimientos Integrados y Manejo Integral de Cultivos Inducidos (ACCI-MICI) —caracterizado por prácticas sustentables y una colaboración estrecha de científicos, técnicos y productores— es parte del tránsito hacia la sustentabilidad con resultados exitosos. El hecho de que haya ocurrido en Tamaulipas demuestra que “sí es posible aún en condiciones de las zonas de agricultura comercial más desarrollada”, subrayó el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Suárez Carrera.
“Tenemos la necesidad de transformar el sistema agroalimentario y nutricional del país. Cambiar un sistema que ha sido injusto y ha provocado desigualdad, que se olvidó de lo esencial, que es producir alimentos saludables con renovabilidad y cuidado de los recursos naturales y biológicos, y que ha puesto las ganancias por encima de todo. Eso debe acabar y avanzamos hacia un sistema justo, saludable, sustentable y competitivo”, indicó.
En la conferencia “Fórmulas científicas y sustentables para elevar la productividad y sanidad del maíz de Tamaulipas”, la directora general de Autosuficiencia Alimentaria, Mariel Zamora Nava, dijo que la metodología del plan implicó un trabajo colaborativo, donde participaron los gobiernos estatal y el federal (por medio de instancias como las Secretarías de Bienestar y Agricultura), el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el científico Juan José Valdespino, pionero y promotor de ACCI-MICI, y, en el centro de todo ello, las y los productores.
Destacó que este plan atiende la preocupación de Tamaulipas —existente también en otras zonas del país— por riesgos en la salud humana y animal al utilizar producción con niveles altos de aflatoxinas, lo que llevó también a la empresa GRUMA a involucrarse como actor protagonista en el plan y con la oferta de adquirir maíz blanco en territorio nacional, en particular Tamaulipas, siempre y cuando el grano cumpla con niveles de aflatoxinas en los grados aceptables para consumo humano.
El plan comprendió la capacitación a productores, técnicos y responsables de bodegas, incorporación de prácticas sustentables, intercambio de conocimiento, aportación de recursos en concurrencia, involucramiento de la Estrategia de Acompañamiento Técnico del programa Producción para el Bienestar y apoyo de servidores de la Nación y Jóvenes Construyendo el Futuro, entre otras acciones, detalló.
La productora Lorena Fernández Alanís, cuyo liderazgo fue esencial en el plan, detalló factores claves del sistema ACCI-MICI, como es el análisis del suelo previo a las siembras, pues así se determina la condición de los nutrientes activos presente (aluminio, zinc, cloro, cobre, etcétera) y se observan los niveles de Ph, así como el grado de compactación que se tiene y que implica la capacidad de la tierra de absorber y aprovechar los bioinsumos que se incorporen.
Resaltó que este proceso llevó a los productores a construir pilas para elaboración de lixiviados a gran escala (a base de piedra, paja, estiércol, lombriz roja y microbiología) y también a la construcción de biofábricas de microorganismos. Todo con costos bajos y rápida elaboración.
Los resultados fueron excelentes, precisó. Con base en cifras de un productor de riego, mostró que con ACCI-MICI se obtuvo un rendimiento de 7.89 toneladas de maíz por hectárea, contra 6.5 de la agricultura tradicional de Tamaulipas. Los costos con ese sistema fueron de 19 mil 550 pesos por hectárea, en comparación con 23 mil 630 del esquema tradicional, agregó.
Con ACCI-MICI se logró una utilidad bruta de 13 mil 193.50 pesos por hectárea, muy arriba de los tres mil 345 pesos que se reciben con la agricultura tradicional, refirió.
La productora mostró también resultados de análisis de 10 muestras de maíz del municipio de Abasolo, realizados en tres laboratorios distintos, donde sólo dos muestras registraron grados no aceptables de aflatoxinas.
El encargado del Despacho de los Asuntos de la Dirección General del INIFAP, Luis Ángel Rodríguez del Bosque, abordó la importancia de las fechas de siembra, análisis de suelo, fertilización, agroclimatología y potencial productivo, así como difusión y transferencia de tecnología.
Subrayó el aspecto del clima como factor relevante en la producción de maíz, toda vez que sus condiciones predisponen la presencia de hongo causante de la aflatoxina.
Con el buen manejo del cultivo, apoyado en el Modelo de predicción de aflatoxinas —con datos de hasta un mes de anticipación— y el paquete tecnológico del INIFAP, se puede obtener mayor rendimiento y bajas probabilidades de contaminación en el cultivo, dijo.
La investigadora del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y especialista en calidad nutricional del maíz, Natalia Palacios Rojas, señaló que el problema de las aflatoxinas debe abordarse de forma multidimensional, pues la generación de estas toxinas tiene que ver tanto con factores externos como el clima caliente y la humedad, como con las fechas de siembra y el manejo que se da a los cultivos en campo, transporte y bodegas.
La exposición a las aflatoxinas, dijo, ocurre al comer alimentos infectados o a partir de animales alimentados con comida contaminada. Las aflatoxinas afectan la salud de las personas y de los animales, su daño es acumulativo y se asocia a enfermedades hepáticas, inducción de cáncer (colon, recto, cervical, y páncreas), inmunodepresión, altos niveles de retraso en el crecimiento en niños y, en algunos casos, la muerte si se consume en grandes cantidades.
El científico Juan José Valdespino, responsable de la aplicación de ACCI-MICI en el plan piloto de Tamaulipas, habló de la importancia de la salud de los suelos, de la microbiología presente y del equilibrio requerido, pues de ello se desprende la vulnerabilidad.
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