lunes, 1 de marzo de 2021
Aquellas plantas que interfieren con la actividad humana en áreas cultivables y no cultivables son consideradas malezas. La presencia de las malezas en áreas cultivables reduce la eficiencia de la fertilización y la irrigación, facilita el aumento de la población de otras plagas y al competir por nutrientes, los rendimientos agrícolas y su calidad se pueden ver afectados severamente.
Las malezas compiten con las plantas cultivables por los nutrientes del suelo, agua y luz. Estas plantas indeseables sirven de hospederas a insectos y patógenos dañinos a las plantas cultivables; sus exudados radicales y lixiviados foliares resultan ser tóxicos a las plantas cultivables. Las malezas también obstruyen el proceso de cosecha y aumentan los costos de tales operaciones. Además, al momento de la cosecha, las semillas de las malezas contaminan la producción obtenida.
Muchas plantas comúnmente clasificadas como malezas pueden ser utilizadas para fines alimenticios o medicinales, por ejemplo la verdolaga (Portulaca oleracea L.) y el epazote de zorrillo (Petiveria alliacea L.), entre muchas otras. Además, muchas malezas que se desarrollan en áreas sometidas a barbecho sirven para prevenir la erosión del suelo y para reciclar los nutrientes minerales del suelo. Por el contrario, varias plantas cultivables que aparecen como indeseables en áreas de cultivo diferente son correctamente consideradas como malezas. Por lo que el término “malezas” es un concepto relativo y antropocéntrico, pero en modo alguno constituye una categoría absoluta. Sin embargo, las malezas en la agricultura son plantas indeseables y, posiblemente, constituyen el componente económico más importante del total del complejo de plagas, que también incluye insectos, ácaros, vertebrados, nemátodos y patógenos de plantas.
Verdolaga (Portulaca oleracea L.), una maleza que en algunas regiones de México se aprovecha para consumo humano.
Las pérdidas anuales causadas por las malezas en la agricultura de los países en desarrollo ha sido estimada en el orden de 125 millones de toneladas de alimentos, cantidad suficiente para alimentar 250 millones de personas.
En cualquier sistema agrícola varias operaciones son dirigidas al control de malezas. La preparación del terreno y las labores de cultivo en el ciclo de las plantas cultivables tienen como objetivo principal el combate de malezas.
El control de malezas no implementado a tiempo puede causar serios problemas, no sólo a las áreas cultivables donde inciden, sino también a áreas cultivables vecinas. En el cultivo de arroz no es posible lograr un buen manejo de los insectos del género Sogata si las malezas gramíneas no son eliminadas en la zona de cultivo y en los canales de riego.
El manejo integrado de plagas ha sido definido como “el sistema de manejo de plagas, que en el contexto de la asociación del medio y la dinámica poblacional de las plagas, utiliza todas las técnicas y métodos adecuados de forma compatible, manteniendo las poblaciones nocivas a niveles por debajo de aquéllos causantes de daño económico”.
El MIP puede verse en tres niveles, donde el objeto de control (a) es una sola especie de plaga, (b) un rango de insectos o malezas y (c) una composición completa de todos estos organismos nocivos. El concepto de MIP tiene su origen en la entomología, que se ha traducido en programas de control cultural y biológico, plantas hospederas resistentes, prácticas agrícolas apropiadas y uso racional de plaguicidas, que a la postre se ha demostrado superior en el plano económico y sostenible que el uso creciente de plaguicidas.
Los principios del MIP no han sido todavía aplicados de manera sistemática al manejo de malezas, pero estos son plenamente válidos para este fin. Los métodos tradicionales ya se basan en la integración de una variedad de métodos culturales y físicos. El uso continuado de estos métodos, conjuntamente con la aplicación moderada de herbicidas, ha demostrado ventajas en comparación al uso excesivo de herbicidas. Esta última práctica puede ocasionar desequilibrios indeseables de la flora y provocar la predominancia de poblaciones de especies perennes u otras resistentes a los herbicidas usados.
Los conocimientos básicos para un manejo de malezas adecuado son:
1.- Identificación de las malezas y su nivel de infestación.
2.- Biología y ecología de las especies de malezas predominantes.
4.- El efecto competitivo y los umbrales económicos de las especies de malezas predominantes.
Una base fundamental para un correcto manejo de malezas es conocer las especies presentes y su nivel de infestación. La identificación de malezas, sobre todo perennes y parásitas, debe ser precisa, ya que estas especies no suelen responder a las prácticas tradicionales de combate. La identificación de las especies anuales es primordial en áreas sometidas a aplicaciones de herbicidas y al conocer los componentes de la flora y su nivel de infestación, se estará en mejor posición para seleccionar el compuesto químico a utilizar. Los niveles exactos de infestación son esenciales en áreas donde se aplica el criterio de umbral económico. La identificación de las especies de malezas puede realizarse con la ayuda de los manuales existentes y publicados en muchos países y regiones del mundo. Los métodos para evaluar los niveles de infestación pueden ser visuales, estimando el nivel de cobertura de las malezas o a través de conteos.
Coquillo (Cyperus esculentus L) maleza de difícil controL.
Es vital conocer las características de las distintas etapas de desarrollo de las especies de malezas más importantes. Estas fases incluyen: latencia, germinación, desarrollo de la plántula, emergencia, crecimiento vegetativo, floración, fructificación, madurez y dispersión de semillas. La influencia favorable o desfavorable de los factores bióticos y abióticos sobre cada etapa debe ser también estudiada. Toda esta información, obtenida por observación directa o a través de la literatura existente, contribuirá a un mejor diseño de las medidas de combate.
Las malezas causan su mayor daño a las plantas cultivables durante ciertos períodos de su crecimiento y las medidas de control durante este período son de especial importancia. Las malezas, que se desarrollan en períodos más tardíos del crecimiento de las plantas cultivables, suelen causar daños de menor importancia. El conocimiento del denominado “período crítico” permite al agricultor hacer un uso más eficiente de los recursos que dispone, lo que se revierte en un ahorro sustancial del tiempo y otros gastos por concepto de control de malezas.
Avena loca (Avena fatua L.), una maleza presente en cultivo de cereales.
Si la infestación presente consiste sólo de una especie predominante, lo más indicado es el uso del criterio de umbral económico, o sea la densidad de la especie que interfiere significativamente con el cultivo y que justifica plenamente la realización de la medida para su control. El uso de los umbrales económicos es también apropiado en aquellas áreas, donde los herbicidas se utilizan intensivamente, ya que su aplicación tiende normalmente a provocar la presencia de especies tolerantes o resistentes, lo que al final obliga a realizar una aplicación herbicida postemergente suplementaria.
La identificación de las especies de malezas que sirven de hospederas alternativas de distintas especies de insectos es importante a fin de definir los efectos directos de estas plantas indeseables sobre las poblaciones de insectos. Las malezas también hospedan varios patógenos dañinos a las plantas cultivables. La conformación de una lista de las especies de malezas con el nombre de las especies de insectos, ácaros y patógenos que hospedan es algo deseable para cada región agrícola. La práctica demuestra que por lo general el control de malezas suele reducir la incidencia de otras plagas y enfermedades.
Maleza hospedera de mosca blanca
Existen varios métodos para el control de las malezas o para reducir su infestación a un determinado nivel, entre estos están los siguientes:
1.- Métodos preventivos: incluyen los procedimientos de cuarentena para prevenir la entrada de una maleza exótica en el país o en un territorio particular.
2.- Métodos físicos: arranque manual, escarda con azada, corte con machete u otra herramienta y labores de cultivo.
3.- Métodos culturales: rotación de cultivos, preparación del terreno, uso de variedades competitivas, distancia de siembra o plantación, cultivos intercalados o policultivo, cobertura viva de cultivos, acolchado y manejo de agua.
4.- Control químico a través del uso de herbicidas.
5.- Control biológico a través del uso de enemigos naturales específicos para el control de especies de malezas.
6.- Otros métodos no convencionales, por ejemplo, la solarización del suelo.
Ninguno de estos métodos debe ser perdido de vista en un sistema agrícola de producción, ya que los mismos pueden resultar efectivos técnica y económicamente a los pequeños agricultores. Incluso el arranque manual, considerado correctamente como labor tediosa y penosa, es una práctica vital complementaria, aún cuando los herbicidas sean utilizados, ya que previene el aumento de poblaciones resistentes o tolerantes de las malezas. Esta práctica es también la más pertinente en áreas, donde el nivel de infestación de malezas es bajo y se necesita la prevención del aumento del banco de semillas de malezas en el suelo.
El éxito en la agricultura en las últimas décadas se debe en gran medida al uso de los herbicidas. Es necesario seguir dando capacitación en el buen uso y manejo de herbicidas, para evitar los efectos secundarios indeseables que estos productos químicos puedan causar, sobre todo cuando se aplican a dosis superiores a las normalmente recomendadas, lo cual en ocasiones se traduce en problemas de fitotoxicidad sobre los cultivos de interés, efectos residuales en el suelo y afectaciones directas a la salud del agricultor.
Una decisión de uso de un plaguicida debe estar basada en muchas consideraciones, una de ellas debe ser que el plaguicida haya sido aprobado como la opción de control más efectiva económicamente para el agricultor, así como que su uso no provocará efectos secundarios indeseables en el medio.
Maleza