miércoles, 20 de septiembre de 2023
Los plaguicidas, son uno de los recursos necesarios para compensar las demandas de alimentos, forrajes, bioenergéticos y productos para la industria textil; frente al reto que impone una población humana en aumento, una producción ganadera creciente y una frontera agrícola acotada o disminuida por la urbanización, el abandono de cultivos o los cambios en los usos del suelo.
En las tres décadas recientes el uso de plaguicidas y la producción de alimentos tienen una relación directa, ello implica que para todo incremento de la productividad agrícola se requiere un incremento proporcional en el uso de plaguicidas.
Entre los años 2000 y el 2020 el crecimiento del índice de producción agrícola publicado por la FAO10, avanzó a tasas promedio anual de 1.6%, en tanto que el crecimiento anual del uso de plaguicidas fue de 2.5%.
El índice de producción agrícola es un indicador que tiene como objetivo medir los cambios en el volúmen físico producido durante un período de referencia delimitado; en este caso el Índice se realiza comparando los volúmenes de alimentos producidos de cada año, respecto al promedio observado en el período 2014 a 2016. El índice de producción agrícola toma en cuenta los cambios en el tipo y calidad de los productos y los cambios en las existencias (inventarios) de la producción agrícola.
En lo sucesivo emplearemos el análisis de correlación que se orienta a mostrar la fuerza y el sentido de la relación entre el uso de los plaguicidas y la productividad en la agricultura. Una primera conclusión de este análisis para los países analizados es que existe una relación entre ambas variables, tanto en sentido (cuando una cambia, la otra lo hace en el mismo sentido) y magnitud, que implica que el cambio en una variable se corresponde con un cambio semejante de la otra variable. Vale resaltar que este análisis no considera al resto de las variables de la producción agrícola en tanto que no son temas de este estudio y que, no obstante, son relevantes para la producción (como son las variables climáticas, recursos naturales, uso de recursos técnicos y científicos, condiciones sociales, laborales, políticas; ente otras).
Para evidenciar la correlación entre el crecimiento de la producción agrícola y el uso de plaguicidas, tomamos como referencia seis países que -en su conjunto- generan el 23 por ciento de la producción agrícola mundial y que están interrelacionados re- gionalmente por acuerdos comerciales; ellos son Argentina (2% del volumen mundial agrícola), Brasil (11%), Canadá (1%), Chile (0 .16%), Estados Unidos (7%) y México (1%). En ellos hay una alta correlación entre el crecimiento del índice de la producción agrícola y el uso de plaguicidas; para el caso de Argentina y Brasil la relación es directa (con coeficientes de correla- ción mayores al 95% entre ambas variables para el periodo 1990-2020), lo que implica que el avance del volumen físico de la producción agrícola (medido en toneladas), se corresponde con un avance igual en el uso de plaguicidas. El mismo caso se repite en la economía agrícola de Canadá (con coeficiente de correlación de 93% para el periodo 1990-2020). La dependencia es menor en los Estados Unidos, Mé- xico y Chile; aun así, ambas variables avanzan en el mismo sentido y con ritmos semejantes.
De los retos fitosanitarios que enfrenta la producción agrícola el de las malezas es el más grande, lo que explica que, del total de los plaguicidas empleados, el 60% del volumen total de productos fitosanitarios aplicados a nivel mundial corresponda a herbicidas. El creciente uso de fungicidas se explica por la mayor demanda de frutas y verduras y también por la resis- tencia que han desarrollado los organismos, además de otros factores. En tanto, el uso de insecticidas ha disminuido como porcentaje del total de productos para la protección de cultivos, esta tendencia puede estar relacionada al incremento en la adopción de tecnologías OGM que incorporan protección a algunos insectos.
Para el grupo seleccionado de países del Continente Americano, por cada incremento de la producción agrícola el volumen de herbicidas avanza casi en la misma proporción; en menor proporción se adicionan los fungicidas y en el caso de los insecticidas su uso es estable o decreciente.
Una mayor necesidad de la aplicación de plaguicidas se asocia al cambio climático. Una revisión de estudios científicos promovido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) concluye que el cambio climático aumentará el riesgo de propagación de las plagas en los ecosistemas agrícolas y forestales. Se posee evidencia de que plagas específicas del maíz, el sorgo y el mijo, ya se han propagado a otras latitudes y cultivos debido al clima más cálido; lo mismo se advierte de plagas que comúnmente se encontraban en la fruta.
Más aún, plagas migratorias, podrían cambiar sus rutas y su distribución geográfica a causa del cambio climático. El análisis advierte que al menos 15 plagas de alto impacto sobre la producción agrícola y forestal pueden extenderse por efectos del cambio climático y el comercio mundial.
La FAO concluye que hay evidencia suficiente para afirmar que las plagas invasoras son una amenaza creciente para la seguridad alimentaria y el medio ambiente; plagas que eran endémicas se están propagando por la vía del transporte internacional, para convertirlas en una amenaza regional o global. Las enfermedades emergentes de las plantas se están propagando por el comercio mundial y se arraigan por el clima; de aquí que la FAO sugiere proteger la sanidad vegetal por sus múltiples impactos positivos, siempre en marco de la normatividad internacional.
Agroquímicos